Página 12 Martes 21 de mayo de 1929 .............LA VANGUARDIA
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La Exposición Internacional de Barcelona
LAS PRIMERAS JORNADAS
Han sido como era de esperar, dada la febril agitación de los últimos días, jornadas de júbilo, de exaltación ciudadana.
Quienes suponían a la gran masa de la población vuelta de espaldas a Montjuich, habrán rectificado sus pesimistas augurios. El internacional certamen atrae las miradas de todos los barceloneses, porque da la medida de la pujanza de la ciudad, de su fuerza creadora, del esfuerzo gigantesco que en su realización se ha empleado. Nadie puede ni debe permanecer indiferente. Sería suicida. Hay que asociar a esta magna manifestación industrial, científica y europea, nuestro porvenir, nuestro engrandecimiento futuro con ansias nunca satisfechas de una mayor perfección y también de una mayor confianza en nuestros destinos Barcelona es grande. Barcelona, a pesar de sus inquietudes, de sus momentáneas convulsiones y de sus pasajeros extravíos, tiene conciencia de su grandeza, y sabe responder dignamente a los dictados de su deber, como lo está demostrando en las primeras jornadas de esta nueva etapa de su vida esplendorosa, con espontánea admiración de propios y extraños.
Los millares y millares de personas reunidas el domingo en la avenida y en los jardines de la Exposición, hicieron una magnifica demostración de ciudadanía. No de espaldas, de frente, a cara descubierta y con el semblante pletórico de alegría miró el pueblo la ingenie mole del Palacio Nacional. Allí estaba nuestro augusto Soberano. Allí bajo la cúpula enorme, en el salón inmenso, los invitados para escuchar los discursos protocolarios y la palabra del Rey, vibraron al unísono» y al llenar el ambiente las frases solemnes
de la inauguración, el entusiasmo se desbordó. Atronaron el espacio los vítores y los aplausos, retumbaron los cañones, se oyeron los acordes de las bandas de música, tendieron su vuelo las palomas mensajeras
de paz, se lanzaron al aire bombas de artificio, rasgaron la atmósfera los estridores de las sirenas, se soltaron los juegos de agua en las fuentes y prendió en los corazones con la pureza de aquel líquido elementos la esperanza firmísima de una total renovación de la ciudad para hacerla más culta, más hermosa, más digna de su historia y de su raza, de esa raza ennoblecida. por el trabajo y por el ardor con que acomete las más arduas empresas.
La fe que pedía el poeta no nos falta. Hagámonos dignos, con nuestra conducta colectiva, de de este radiante amanecer